Ir a Castilla-La Mancha y volver sin un queso manchego bajo el brazo es, sencillamente, impensable en España. Este queso, con siglos de historia y un sabor inconfundible, es un auténtico emblema de la gastronomía castellano-manchega y un producto que, gracias a su Denominación de Origen Protegida (DOP), ha conquistado el reconocimiento mundial.

Un manjar con siglos de historia

La historia del queso manchego se remonta a la Edad de Bronce, cuando los primeros pastores de la Mancha ya elaboraban un queso a partir de leche de oveja. Los restos arqueológicos hallados en la región, como cuencas, vasijas perforadas y queseras, demuestran que esta tradición quesera es una de las más antiguas de Europa.

Las ovejas de la civilización ibérica asentadas en La Mancha son las antecesoras de la actual oveja manchega, la única raza autorizada para producir el auténtico queso manchego. Desde hace siglos, los ganaderos de la zona han cuidado celosamente la pureza de esta raza, evitando cruces que pudieran alterar la calidad de la leche y, con ella, la excelencia del queso.

Con la llegada del siglo XX, el sector quesero se profesionalizó y el queso manchego obtuvo su Denominación de Origen Protegida, lo que supuso un impulso definitivo para su prestigio internacional. Hoy, la marca Campo y Alma Castilla-La Mancha agrupa a los productores que elaboran este tesoro gastronómico siguiendo métodos tradicionales.

Un producto imposible de imitar

La zona de producción del queso manchego abarca municipios de las provincias de Albacete, Ciudad Real, Cuenca y Toledo, en pleno corazón de la comarca natural de La Mancha. Las características extremas de su clima —inviernos gélidos, veranos abrasadores y lluvias escasas— crean una vegetación rústica que sirve de alimento a las ovejas manchegas, cuya leche es la clave del sabor único de este queso.

Ni los intentos de elaborar quesos similares en otras regiones, dentro y fuera de España, han logrado replicar el inconfundible carácter del manchego. El equilibrio entre clima, pasto y ovejas hace de este producto un queso irrepetible.

Así es el auténtico queso manchego

El queso manchego amparado por la DOP se elabora exclusivamente con leche de oveja manchega y presenta una maduración mínima de 30 días en piezas pequeñas (hasta 1,5 kg) y de 60 días en el resto, pudiendo alcanzar hasta dos años de curación. Su forma cilíndrica, de entre 0,4 y 4 kg, con una corteza dura de color amarillo pálido o verdoso-negruzco, lo hace fácilmente reconocible.

Su pasta, firme y compacta, puede variar de blanco a marfil amarillento, con pequeños ojos repartidos homogéneamente. Su aroma es láctico e intenso, con matices que se vuelven levemente picantes en los quesos más curados, y su sabor es fuerte, sabroso y persistente, evolucionando hacia un picor agradable en las piezas de mayor maduración.

Visitar La Mancha, saborear su esencia

Para adentrarse en el universo del queso manchego, lo mejor es visitar cualquiera de las queserías tradicionales de Castilla-La Mancha, donde se puede conocer de cerca el proceso de elaboración y, por supuesto, degustar esta joya gastronómica. Porque si hay un producto que encarne el alma de esta tierra, ese es, sin duda, el queso manchego.